
Begotten dijo: El Capitán señaló a la luna creciente que brillaba a través de las nubes azuladas.
“¡DEBEMOS REUNIRNOS CON EL VIGÉSIMOSÉPTIMO DOCTOR ANGIE EN LA LUNA!”
Ignoré el comentario sobre el 'vigésimoséptimo'. Algo me decía que no valía la pena. Apunté que viajar de la Tierra a la Luna en una cama voladora llevaría un tiempo bastante largo. Luego admití que no estaba dispuesto a asfixiarme en la estratosfera. El Capitán tenía una solución para eso, aunque yo me negué en rotundo a tener una pecera pegada en la cabeza como “SUSTITUTO DE TRAJE ESPACIAL”.
El Capitán se rascó la barbilla pensando. “REQUERIREMOS DE UN ACCESO DIRECTO...”
“… ¿a la Luna?” dije de forma aprensiva. Esto iba a arruinarme el día.
Un trozo de hormigón con una pared llegó flotando. El Capitán la observó pasar de largo, rotando hacia ella entre las nubes de escombros.
El Capitán metió la mano en el bolsillo y sacó una tiza rosa.
“¿Para qué es la tiza?”
“¡ESTO, SEÑOR SNIPPY, ES UNA TIZA MÁGICA DE ETIQUETADO!”
“¿De etiquetado?” pregunté.
“¡CORRECTO!” exclamó el Capitán a viva voz. La visión de la tiza me dio una sensación extraña, como un ominoso dejà vu. Intenté con todas mis fuerzas no bucear en mi subconsciente. Las cosas que había reprimido estaban reprimidas por algo. No necesitaba encargarme de ellas ahora.
Miré al Capitán mientras se bajaba de la cama y flotaba hacia la puerta, moviendo la tiza como una batuta.
A pesar de mis mejores esfuerzos, me encontré con el recuerdo que intenté evitar. Mientras miré al Capitán escribir en la puerta, deletreando “A...CC...E...” reviví una colección de momentos del Capitán escribiendo “SNIPPY” en mi frente.
Parpadeé furiosamente y agité mi cabeza para que desapareciera el flashback. Cuando miré hacia arriba, el Capitán había devuelto la tiza a un bolsillo misterioso. Ya había terminado su etiqueta: “ACCESO DIRECTO A LA LUNA”.
Me encogí temiendo que el Capitán mostrara algo horrible tras la puerta, como el yermo mortal de la superficie lunar. No pasó nada. El Capitán simplemente volvió flotando a la cama.
“¿Y ahora qué?” pregunté.
“¡SÉ PACIENTOSO! ¡NO CUESTIONAR A LA PUERTA EXISTENCIAL! ¡LA TIZA TIENE SU TIEMPO PARA HACER ROPLEAY DEL UNIVERSO!”
No quería excavar más en el asunto de la tiza, pero sabía que me molestaría si no lo hiciera.
“Así que… ¿no usaste la misma tiza para etiquetarme como Snippy?” pregunté. “¿Por qué hiciste eso? ¿No era lo bastante Snippyosín para ti?”
“¡TENÍA QUE SALVAR LA IDENTIDAD COMO FUERA!” respondió el Capitán dándome una palmadita en el hombro.
“¿Cómo perdí mi identidad?” pregunté.
“BUENO. SUCEDIÓ TAL QUE ASÍ…” dijo con una pausa dramática para indicar el principio de su historia. Suspiré e intenté ponerme cómodo (tan cómodo como podía estar en una cama flotante a miles de kilómetros en el aire.)
“¡ES IMPORTANTE PRESTAR ATENCIÓN A LAS SEÑALES!
UN DÍA, EN UNA BÚSQUEDA POR SUMINISTROS, EL SEÑOR SNIPPY CAMINÓ EN LA PUERTA TRASERA DE UN CAFÉ, SIN P RESTAR ATENCIÓN A LA SEÑAL. LA SEÑAL DECÍA [ AVISO: SÓLO EMPLEADOS ]."
Intenté no suspirar mucho. Esto iba a ser una historia larga y absurda.
“SNIPPY, NO SIENDO UN EMPLEADO DEL ESTABLECIMIENTO DESTINADO AL CAFÉ, HABÍA VIOLADO LAS REGLAS DE LA SEÑAL. LA SEÑAL DECIDIÓ DARLE UNA LECCIÓN A SNIPPY HACIÉNDOLE EMPLEADO.”
“¿Cómo es que no recuerdo nada de esto?” interrumpí.
El Capitán me lanzó una mirada tangible incluso desde su máscara, y prosiguió con la historia.
“LA SEÑAL, TENIENDO UNA CURVA DE INTELIGENCIA RADICAL, SE ESPARCIÓ POR LA MENTE DE SNIPPY E IMPLANTÓ EL MANUAL DEL B-CAFÉ EN SU INTERIOR... ¡Y TRANSFORMANDO LOS RECUERDOS DE SNIPPY EN LOS DE UN EMPLEADO DE CAFETERÍA!”
“SNIPPY, CREYENDO QUE NADA TENÍA VALOR, SE QUITÓ SU ABRIGO DE GUÍA TURÍSTICO Y LO DEJÓ EN UNA PERCHA. DESPUÉS SE PUSO UN POLVORIENTO UNIFORME Y ENCENDIÓ LA FREIDORA, LA CAFETERA Y LA MÁQUINA DE HACER DONUTS.”
Sentí un extraño tintineo en mi cabeza. Fragmentos semiolvidados cruzaron mi cabeza. Esto había sido un sueño. El Capitán estaba describiendo un sueño que tuve.
“¡EL PRIMER CLIENTE DE SNIPPY DURANTE EL DÍA FUE UN SEMÁFORO! SNIPPY SNIPPY SONRIÓ AL CLIENTE COMO EXIGÍA EL MANUAL DE EMPLEADOS QUE MANEJABA SU MENTE. “¡BIENVENIDO A LA B-CAJA! ¡TE AMO!” SALUDO SNIPPY, CASI COMO POR TRADICIÓN.”
Ahora que el Capitán estaba hablando, todo volvía a mi mente de forma desordenada. Ya no le estaba escuchando; sus palabras se desvanecían con un zumbido constante. Lo recordaba ahí de pie, retorciéndome mientras mi cerebro estaba siendo hackeado. Una sonrisa perfecta para recibir a los clientes se extendió por mi cara mientras mi consciencia era reemplazada por nuevas directrices y patrones.
Mientras me preparaba para mi primer cliente, una criatura parecida a un semáforo había salido de la puerta, arrastrándose con sus piernas mecánicas. Dentro de mi cabeza la mitad de mi cerebro se retorció de horror, mientras la otra mitad, perfectamente calmada, respondió.
“¿Qué tomará hoy, señorita?”
El semáforo no respondió. Parpadeó con su luz roja a toda mi velocidad. Alguna parte de mi mente lo entendió.
"Un frapuccino cuádruple."
Mis temblorosas piernas me llevaron a la cafetera mientras el semáforo tamborileaba impaciente con sus dedos metálicos en el mostreador. El horrible sonido del metal rozando con el metal inundó el aire, haciendo que los pelos de mi cuello se erizaran mientras preparaba un espumoso brebaje. La mitad de mi cerebro palpitaba de la confusión.
¿Por qué cruzó el semáforo la calle? ¿Por que quería café?
¿Cómo hace para beber un semáforo?
Observé al semáforo. Ni siquiera tenía boca.
La nueva parte de mi cerebro manejó mis brazos y me hizo pulsar los botones de la máquina para producir un frapuccino cuádruple. Resultó parecerse bastante a aceite de coche sucio, pero la cafetera no daba para más.
"¡Date prisa! ¡Mi cita ya casi está aquí!"
La luz de tráfico parpadeó inquieta
"¡No sabes lo difícil que ha sido encontrar un café abierto esta mañana!"
“Aquí tiene, señorita” dije, depositando la bebida en las manos articuladas del monstruo, teniendo cuidado con sus garras metálicas.
Una gota de sudor frío salió de mi ceja y mi ojo sufrió un tic nervioso, quedando mi mente dividida entre el impulso animal de salir corriendo de terror y mi otro impulso de proporcionar una experiencia satisfactoria para el cliente.
El semáforo intentó sentarse en una silla que era demasiado pequeña para que cupiera. El corroído y quemado asiento chirrió de agonía soportando el peso del semáforo. Las patas de la silla se torcieron.
Una mano esquelética apareció en el ruinoso pasillo, sosteniendo el borde de la puerta. El distintivo sonido de interferencias de un espectro de la Zona Muerta vino después. Parte de mí entro en pánico. Intenté reaccionar, correr, pero mis piernas no se movían. Una fuerza incontrolable me obligó a estirar mi sonrisa y forzarme a decir, ¡Bienvenido a la B-Caja! ¡Te amo!”
Mi corazón latía con fuerza. ¿Me iba a desmayar? Todo era posible en esos momentos.
“aH, cHARLES. ¿eREs uN BARISTA? ¿coRREr con UN bOLSO de mUjeR eRA demaSIADo dIFÍCIL?”
El ruido procedente de la boca oxidada y nauseabunda del espectro sonaba como el chirrido de frenos, como una orquesta de violines desafinados. Intenté agazaparme aterrorizado, pero en su lugar dije—
“¿Qué será, señor?”
“toMARÉ un cAFé TaMAÑO gRANDE”—
“—¿Quieres decir un café tamaño Grandissimo?” afirmé corrigiéndole con gusto. La nueva parte de mi mente sabía lo importante que era comunicarme con los clientes.
El espectro se aclaró la gargante, avergonzado por su inferior conocimiento.
“eR—SÍ— ¡toMARÉ un cAFé TaMAÑO GraNDISSIMO, Y UN DONUT CON TroPEZOnes ROSAs!”
Preparé feliz el pedido aun siendo consciente de que la máquina de hacer donuts y la cafetera no funcionaban según los estándares de la compañía. No me preocupaba; mientras hiciera lo mejor posible el Buen Directorio se ocuparía del resto.
Le di al espectro una taza de la B-Caja con una misteriosa sustancia aceitosa y un donut negruzco con un sólo tropezón rosa al espectro, que me ofreció una discordante respuesta.
“¡gRACIas, cHARLES!”
El espectro se acercó al comedor, donde esperaba el semáforo.
“¿y cÓMO esTÁS, mATILDA?”
"¡Hola, Dixon! ¡Mi día es un { 82.45% VERDE } ahora que estás aquí!" dijo el semáforo parpadeando con timidez.
Aunque una parte mía estaba destrozada por el miedo y la confusión, otra parte mía estaba encantada por su amor.
El lamento entusiasta del espectro fue contestado con el parpadeo del semáforo, creando una irreal discoteca. Mientras me acerqué para traerles unas barritas energéticas, vi a Pilot por el rabillo del ojo en el alféizar de la puerta, respirando con dificultad.
“¡AQUÍ ESTÁS!” exhaló Pilot. “¡TE HE ESTADO BUSCANDO TODA LA MAÑANA Y AQUÍ ESTABAS, JUGANDO EN LA CAFETE-RRÍA!”
Miré a Pilot, esperando ser rescatado. Grité buscando ayuda pero sólo dije,
“¡Bienvenido a la B-Caja! ¡Te amo!”
Pilot se cruzó de brazos, poco convencido.
Sácame de aquí, idiota, gritaba un trozo de mi consciencia. Átame al sofá, aliméntame a una ballena. Lo que quieras. ¡Detén esto!
“¡NO, NO ME AMAS! ¡NO CAIGO ANTE TUS MENTIRAS Y ADMIRACIONES, APRECIADOR DE PIÑAS!”
Mi sonrisa falsa no sirvió de nada. Esperé a Pilot pedir una copa mientras me preguntaba cómo podía indicarle que quería ser rescatado.
Pilot se removió, nervioso por que estuviera ahí de pie, mirándole fijamente.
“¡VAMOS, BABOSAS!” Pilot agarrándome por el cuello de mi uniforme, intentando sacarme del mostrador. “EL CAPITÁN NECESITA QUE VAYAMOS EN LA BÚSQUEDA DEL VERDADERO”—
“¡Señor, no me maltrate o me veré obligado a llamar a la seguridad del distrito 49!” balbuceé, agitando los brazos a Pilot. Me agarró con más fuerza, estrangulándome. Sabía que estaba tocando temas delicados, pero no podía parar. Al menos los monstruos estaban satisfechos con mis conocimientos de cafetería—
Pilot me agarró de los hombros y me balanceó con fuerza. Mi cabeza comenzó a temblar hasta que creía que iba a quedar inconsciente.
En el fondo, era consciente de que la reprimenda de Pilot era para conseguir que abandonara mi trabajo.
El manual de la B-Caja en mi cerebro guió mi mano hacia el botón de pánico bajo el mostrador. Una alarma silenciosa se activó en todo el distrito. Detrás de Pilot observé a Matilda y a Dixon. No habían prestado atención a mi trifulca, pues estaban ocupados en un apasionado frenesí de amor.
Intenté liberarme de Pilot, colocando mi mano en su máscara y tirando.
“¡SOCORRO! ¡NECESITO UN ADULTO!” lloró histérico, dando la impresión de que había perdido la paciencia. Sin ningún esfuerzo, me levantó de mi sitio y me arrojó a través del café. Choqué contra el logo circular de la B-Caja en la pared, protagonizado por una sirena abrazando de forma seductora la letra G.
La sirena aterrizó en el suelo levantando polvo y ceniza. Durante algunos segundos se equilibró, casi cayendo sobre Pilot hasta que empezó a rodar por el café, destrozando mesas y sillas, levantando una tormenta de astillas.
El empleado de café en el interior de mi cabeza se asustó.
“¡Nooooooooo! ¡¿Qué has hecho?! ¡Esto no! ¡Nuestra mascota no! ¡Regresa!” gemí presa del pánico. Comencé a perseguir al logo en un intento por detenerlo. La sirena se estampó contra un cristal y salió girando al exterior.
“¡DETECTADOS DAÑOS EN LA PROPIEDAD DEL B-DIRECTORIO!” anunció un dron de seguridad rotando desde arriba, iluminando con sus focos el boquete abierto en la pared del café.
“¡SAL CON LAS MANOS ARRIBA! ¡TIENES DIEZ SEGUNDOS PARA RENDIRTE!”
“¡VAMOS, SNIPPERS! ¡PONTE TU ABURRIDO ABRIGO Y DATE PRISA! ¡LOS CERDOS HAN VENIDO POR NUESTROS CRÍMENES CONTRA EL BACON!” Pilot colocó mi chaqueta ignífuga sobre mis hombros mientras contemplaba al dron.
“¡DETECTADO IMITADOR DE EMPLEADO DEL DIRECTORADO! ¡ROBO DE PROPIEDAD DETECTADO! THEFT OF EMPLOYEE PROPERTY DETECTED! SUMINISTRO ILEGAL DE CAFÉ DETECTADO,” entonó el dron de seguridad.
“¡Te he llamado yo!” exclamé al dron. “¡Él es el cliente insubordinado! ¡Yo sólo trabajo aquó!”
“¡NO ERES UN BARISTA DE VERDAD! ¡PROPORCIONA TU LICENCIA PARA UN ESCÁNER FACIAL!” exigió el dron. El manual de empleado en mi cerebro no me ayudó. Tenía la habilidad de ser un barista increíble, pero no licencia física. Entré en pánico.
“Mierda.” dije, sincronizándose el barista Charles y el verdadero Charles. Pilot me sacó del café mientras el dron abrió fuego. Balas y rayos de iones destrozaron los muros del café, añadiéndose a la destrucción causada por la sirena. La cacofonía llamó la atención de la pareja detrás nuestra. El semáforo se levantó, protegiéndonos
“¡NO TOCARÁS AL MEJOR BARISTA DE LA CIUDAD!” parpadeó, mirando al dron. Dixon flotó sobre ella, apretando sus mandíbulas.
“¡nUnca hABríamOs teniDO nUestra prIMera citA de nO habER siDO pOR éL! ¡lÁRGate, mOSQUITO meTÁLIco!” exigió Dixon al dron.
“¡NO OBSTRUYÁIS A LA JUSTICIA!” exigió el dron a Pilot mientras me encogía huyendo de los monstruos.
Juntos saltaron en el dron, golpeándolo y arañándolo. El dron se tambaleó, intentando librarse de ellos. Los arrastró a las profundidades del edificio, disparando a todos lados con sus armas. Pilot me sacó del café antes de que colapsara sobre el dron y sobre los clientes.
El estrés de haber perdido mi lugar de trabajo fue demasiado para mi machacado cerebro. Me desmayé entre el polvo.
Cuando abrí los ojos, el polvo se descubrió. Me levanté, cayéndome una lágrima bajo la máscara.
“¡ATENCIÓN, SNIPSTERS!” dijo el Capitán, atontándome con el sonido de su voz.
“Bienvenido… a la B-Caja…” murmuré, tembloroso.
“DEJA TU SINSENTIDO CAFETERIL,” me dijo el Capitán. Me agarró de la barbilla con una mano mientras me escribía en la frente con la otra.
“…¿ESTÁS ESCUCHANDO, SNIPPERS?” preguntó al Capitán, devolviéndome al presente y emergiendo del surrealista flashback. No había escuchado mucho de la versión del Capitán, pero daba igual. Me había aclarado la memoria, y eso valía.
“Sí,” asentí. “Lo pillo.”
Ahora, sentado en la cama flotante, comencé a cuestionarme lo mucho que sabía acerca de mi relación con Pilot y el Capitán. El Capitán me había “etiquetado” muchas veces con la tiza. Siempre la borré furioso cuando me despertaba y la vi, sin imaginar lo que estaba sucediendo.
Siempre asumí que yo era el listo, el cuerdo. Encontraba la comida, el agua y los filtros de aire. Le recordaba a Pilot para que las abominaciones del Yermo no nos devoraran, aunque fuera tan pesado casi todo el tiempo. Compensaba el poco temor a la muerte del Capitán.
Parecía que yo era el que hacía todo el trabajo duro para manteneros con vida. Ahora comprendí que la supervivencia era bastante más complicada de lo que imaginaba.
Miré al Capitán, sentado sereno y sin preocupaciones, esperando sin duda o miedo nuestro viaje a la Luna.
“Gracias,” contesté.
“DE MUCHAS NADAS,” me dijo el Capitán. “¡UN BUEN ESBIRRO MERECE SIEMPRE UNA BUENA HISTORIA!”