
Begotten dijo: ¡He vuelto! ¡Y esta vez espero que para quedarme!
Tengo muucho trabajo por hacer. Corregir tiras viejas, subir tiras nuevas, rectificar errores de la traducción... así que os pido un poco de paciencia. Pero no os voy a dejar tirados. Palabra.

Una lámpara flotó hacia nosotros. No me molesté en observar, así que fue capturado con la guardia baja cuando cambió de dirección hacia mi nuca. Fue un golpe sólido, haciendo que rebotase en el aire en cuanto me golpeó.

“¡¿Por qué, lámpara, por qué?!”, grité, frotando mi dolorida cabeza. “¿Por qué soy tan desafortunado?” exigí al tumultoso cielo sobre mi cabeza tal vez por enésima vez.
"¡PORQUE NO ESCUCHAS A TU CAPITÁN!"
El Capitán me respondió con cierta decepción. Me giré para observarle.

“Mira, no convirtamos esto en un juego estúpido. He sido agredido. Por una lámpara. ¡Seguirte el juego no cambiará nada!” me quité de encima la sospecha de que el Capitán tenía razón. Tenía que tener claro lo que era real y lo que no.
"¡CLARO QUE HABRÍA CAMBIADO ALGO!” insistió el Capitán. “¡EL CAPITÁN SOLO QUIERE LO MEJOR PARA TI!" proclamó con los brazos abiertos, como si estuviera hablando a una multitud de Snippys.
"Dame un ejemplo," expresé, sabiendo que lo mejor que podía hacer era sonreír, asentir y dejarlo pasar.
"BUENO, ¿QUÉ PASA CON EL SALARIO DE CAPI-CRÉDITOS QUE TE DABA CADA VIERNES?”
Intenté no reírme en voz alta.
"Uh… ¿los billetes púrpuras y las chapas con tu cara?” “¡Los usaba para entrar en calor o los tiraba!”, el Capitán pareció ofenderse con esta afirmación.

"¡QUEMASTE EL DINERO EN LUGAR DE GASTARLO EN ARDIENTES OFERTAS DE LAS TIENDAS DE CAPTANIA!"
"Claro que lo hice. ¡Eran buen combustible cuando me moría de frío!” me crucé de brazos y refunfuñé. Parecía un buen trato: poner de buen humor al Capitán y hacer un fuego para calentarnos.

"¡QUE BOBERÍA! ¡CON TODO EL DINERO QUE TE DI PODRÍAS HABER COMPRADO UNA FOGATA DE BOLSILLO!" dijo el Capitán. Sonreí incrédulo, a lo que el Capitán respondió abriendo uno de sus bolsillos. Un cálido humo de chimenea emergió mientras pequeñas chispas salían de sus adentros.
“¡No sabía que eso era de verdad!”, dije mirando con sospecha al humeante bolsillo del Capitán.
"… ¿Y QUÉ PASA CON LAS TARJETAS DE CRÉDITO QUE TE DI? ¡DEBÍAS USARLAS PARA COMPRAR COSAS!
"¡Eran buen combustible!" respondí. "¡Venga, vamos, sólo eran trozos de cartón con nombres como “VISA DE CAPTANIA", "MASTERCARD DE CAPTANIA" y "DÉBITO OF CAPTANIA"!" hice comillas con mis dedos para indicar los títulos inventados.

"DIME, ¿CÓMO HAS ESTADO COMPRANDO COMIDA?" el Capitán movió su cabeza en un acto de genuina confusión.
"¿Comprando comida?” repliqué. “He estado buscando en las ruinas de las tiendas del Directorio"
"¡ROBANDO!" exclamó el Capitán, pinchándome con un dedo acusador.
"¡Rescatando cosas para nosotros!" insistí apartando el dedo.
"¡ROBANDO!” tronó el Capitán. “¡ROBANDO DE EMPLEADOS TRABAJADORES! ¡CADA ROBO AFECTA A LA PAGA DE LOS POBRES CAJEROS, SABES! ¡POR ESO ESTÁS CUBIERTO DE PIES A RLA CABEZA CON ALFILERES!”
"… ¿alfileres?” dije mirando en mi chaqueta.
“ALFILERES MUY MALOS,” confirmó el Capitán. “¡MUY MALOS Y PELIGROSOS! LE DIRÁN AL MUNDO LO MALA PERSONA QUE HAS SIDO. ‘¡POR AHÍ VA UN HOMBRE QUE NO PAGA POR SUS COSAS!’ DIRÁN ALGUNOS. ‘¡NO SE PUEDE CONFIAR EN ÉL! ¡NO LE AYUDÉIS! ¡ROBÓ EN MI LUGAR DE TRABAJO! ¡ENTRÓ EN MI CASA! ¡SE COMIÓ MIS GACHAS!’ ¡DURMIÓ EN MI CAMA! DIRÁN OTROS. EL RESTO INVOCARÁN MALDADES HACIA TU PERSONA.”
“... ¿maldades?” me toqué la herida que me había causado la lámpara.
“ALGÚN QUE OTRO VIRUS, MAYORMENTE... ¡MIRA, AQUÍ VIENE UNO! ¡SHOO! ¡FUERA CONTIGO!” el Capitán agitó las manos por el aire. Le miré con sorpresa cuando oí un golpe, como si algo hubiera chocado con el guante del Capitán. Temblé, inseguro de la conexión entre la fantasía del Capitán y mi realidad.
“¡Y DILE A TUS AMIGOS QUE SE VAYAN! ¡ES MÍO!”
El Capitán gritó al cielo, agitando el puño a las nubes tormentosas.
Me contemplé las manos, buscando algún afiler. ¿Eran imaginaciones mías? Sentía un cosquilleo, como si se tratara de miles de pequeñas sanguijuelas pegadas a mi cuerpo culpándome por cada cosa que he hecho.
“¿Puedes hacer algo con esto?” dije con la voz ronca, preocupado de que los alfileres oyeran mi complot. Esto era pensamiento paranoide, pensé. Muy peligroso.
“¡PILOT Y YO YA HICIMOS ALGO AL RESPECTO - TE VESTIMOS COMO UNA PERSONA DIFERENTE CADA MAÑANA!”

“¿Había una... razón por los cosplays?” pregunté. “¡¿Había una razón por la que me disfrazabais, me poníais maquillaje y pelucas, me prendíais fuego y me pegabais cosas?! ¡¿Para ayudarme?!”
“¡ABSOLUTIVAMENTE! ¡LOS MAQUILLAJES Y CAMBIOS DE TRAJE/UBICACIÓN CONFUNDÍAN A LOS ALFILERES. ¡POR DESGRACIA, TU BOBERÍA HIZO QUE SE ACUMULARAN NUEVOS Y SE REFRESCARAN LOS NUEVOS POR TUS CONSTANTES DESACATOS!”
El Capitán señaló a mi hombro izquierdo. “¡ESTE ES POR CRUZAR LA CALLE CON IMPRUDENCIA”! Confundido, me sentí terriblemente indignado.
“¡Venga ya!”, protesté. “¿Cruzar la calle con imprudencia? Eso es ridículo. ¿Cómo-como podía--como podría haber sabido por donde cruzar?”
“¡TE DI MAPAS, GUÍAS Y NOTAS DIARIAS!” respondió el Capitán.
El Capitán sí que me había dado panfletos con dibujos estúpidos en ellos. La “INTRODUCCIÓN A CAPTANIA” tenía toda clase de “IMPORTANTES FACTOIDES” escritos con ceras de colores, ofreciendo avisos sobre cruzar por los pasos de cebra, ser educado con los extraños, obedecer las luces de tráfico, respetar la privacidad, pagar las multas, usar siempre cap-créditos y demás.
Goteando con brillos y lentejuelas, parecía la escoria del subconsciente de una niña de doce años. Era difícil tomar estos proyectos de arte y artesanía en serio cuando rebuscaba (¿robaba?) suministros e intentaba no congelarme cada noche. Perdí o quemé la mayoría.
El Capitán señaló mi rodilla derecha. “¡ESTO ES POR DESORDEN PÚBLICO!”. Sin pensar me rasqué el punto que el Capitán señalaba.
“¡PORQUE DEBIDO A TU ESTUPIDEZ TU HISTORIAL DE CRÍMENES NO SE BORRÓ SIN IMPORTAR CUANTAS VECES INTENTAMOS CAMBIARLO! ¡TENÍAMOS QUE MOVERNOS DE DISTRITO A DISTRITO PARA CAMBIAR LAS JURISDICCIONES! ¡LA LISTA DE COSAS QUE TE DI, SI TE HUBIERAS MOLESTADO EN UTILIZARLOS, TE HABRÍAN LLEVADO A MISIONES PARA LIMPIAR TU NOMBRE!” dijo el Capitán cruzando los brazos con disgusto, expulsando vaho desde los filtros de su máscara.
“¿Por qué no me dijiste nada de esto?, pregunté.
“... ¡LO HICE! ¡Y TAMBIÉN PILOT! ¡PILOT TE DIJO QUE ESCUCHARAS, ¡TE DIJO QUE CREYERAS EN MÍ, QUE SIEMPRE ESCUCHARAS LO QUE DIGO!”
Vale, eso sí que es verdad. Piadoso y modesto Pilot...
Miré al Capitán con los ojos ampliamente abiertos, sin terminar de creerme nada de esto.
“Había método en toda esta locura”, murmuré. El Capitán no estaba loco. El universo estaba loco. Las leyes de Eureka seguían a pesar de su destrucción. La estructura de consumo virtual continuaba respirando como un vengativo fantasma de nuestra civilización. Por fin entendí por qué no podía ayudar a nadie o arreglar el universo con la Biomatriz. Había roto las reglas, y como un asaltador de tumbas, había quedado maldecido. Ni siquiera podía morir.
“DE TODOS MODOS, LOS ALFILERES NO IMPORTAN MUCHO EN COMPARACIÓN CON TU CEREBRO CONECTADO EN LA NUBE. YA ESTÁ LLENO CON UN NÚMERO INFINITO DE VIRUS.”
“Mi cerebro está... ¿repleto de virus?” pregunté. En este punto estaba más asustado que sorprendido.
“CLARO. ¡AHORA DUERMEN, PORQUE EL SUPERVISOR APAGÓ TU CEREBRO-NUBE!”
“¿¡Qué va a pasar cuándo despierten?!” exigí. Movido por el horror, agité al Capitán de los hombros al no contestar rápido mi pregunta.
“LA TORMENTA DE ERRORES...” el Capitán movió su mano sobre mi cabeza haiendo círculos. “... ¡VOLVERÁ A ESCAPAR DE TUS FIDEOS CEREBRALES!”
Me sentía enfermo. No sabía lo que era real.
“¡UNA TORMETA SE MUEVE SIN CESAR SOBRE TU DESAVENTURADA CABEZA!” continuó el Capitán. “¡INTERRUMPIENDO EL INTER-WEBZ DONDE QUIERA QUE VAYAAS! ¡HACIENDO DIFÍCIL QUE LOS OBJETOS TE HABLEN Y SE HABLEN ENTRE ELLOS!”
“Si nada puede hablar conmigo, ¿cómo es que esa estúpida señal de tráfico me hackeó el cerebro y me hizo un empleado de la B-caja?” pregunté, esperando encontrar algún fallo en la teoría del Capitán.
“IMAGINA QUE TU CEREBRO ES UN ORDENADOR”
"IMAGINE YOUR BRAIN IS A COMPUTER."
Pellizqué el puente de mi nariz, suspirando.
“Vale. Mi cerebro es un ordenador. Lo entiendo.”
“¡AHORA LLÉNALO DE VIRUS POR HABER ENTRADO EN WEBS CUESTIONABLES!”
“¡Yo no entro en webs cuestionables!” protesté.
“¡VAS A LUGARES CUESTIONABLES Y HACES COSAS CUESTIONABLES!” insistió el Capitán, empujándome con el dedo.

“Sigamos”, suspiré. Había hecho un trato más que cuestionable con mi bufanda en un momento dado, lo que probablemente me transformó en un inconectable.
“¿ESPERAS QUE TU COMPUTADORA FUNCIONE ESTUPENDAMENTE CUANDO ESTÁ LLENA DE VIRUS?” preguntó el Capitán. Me encogí de hombros. “¡NAY! APENAS PUEDE ABRIR UNA PÁGINA WEB SIN CRASHEAR. ¡SOLO PUEDE DESCARGAR MÁS VIRUS HORRIBLES! ¡NO ME EXTRAÑA QUE ESA SEÑAL DE TRÁFICO Y OTROS MUCHOS ENTRARÁN EN TU MENTE CON TANTA FACILIDAD! ¡ATRAES A LOS VIRUS CON TU MALDAD COMO UNA LUZ A LAS POLILLAS!”
“¿Qué puedo hacer?” pregunté, tratando de mantener la voz tranquila.
“NO MUCHO, ME TEMO. VIVE CON TUS DECISIONES. USA LAS CARTAS QUE TENGAS DISPONIBLES. QUIZÁS TE IRÁ MEJOR EN EL SIGUIENTE CICLO DEL UNIVERSO. A ESTE LE QUEDA MUY POCO, VISTO LO VISTO.”
El Capitán contempló el planeta. Seguí su vista. Bajo nosotros, la Tierra rugía mientras placas tectónicas chocaban entre sí como enormes engranajes. Era el sonido de pura violencia que resonaba desde mis adentros. Una inmensa fisura se extendía por la corteza del planeta, abriendo un abismo que se extendía a través de los continentes.
Enormes montañas negras surgían del vacío, chocando entre ellas mientras la gravedad del mundo fallaba. Las nubes se retorcían en extraños patrones. Los ríos se alzaban de sus caudales y se perdían en el espacio, haciendo que el agua cristalizara en las retorcidas nubes.
Contemplé la agonía de mi mundo con inusitada fascinación. No sabía cómo sentirme. El mundo no había hecho mucho por mí.
Aun así, recordé caminar solo en tranquilas mañanas cuando lo peor de las ruinas estaba cubierto de nieve. En mañanas como esas, el frío extendía sus apéndices a través de mi respirador a mis pulmones, de forma limpia y sórdida. Miraba el sol salir, iluminando con hermosos colores los horrendos escombros de Eureka, escuchando el sonido de la nieve fresca bajo mis botas.
“¿Está lista la puerta?”, murmuré, apartando la vista del caos en la Tierra.
”¡AVERIGÜEMOSLO!, el Capitán se levantó y flotó hacia la puerta.
El cerrojo hizo un suave click y luego un demencial ruido de aire presurizado. Antes de que pudiera reaccionar, fui arrastrado de la cama hacia la negrura más allá del alféizar de la puerta.
